Es marzo y el ambiente, teñido de violeta, invita a mirar el gran camino de las mujeres persiguiendo sus derechos. A propósito del #8M, los ojos se dirigen hacia una noticia esperanzadora: el Fortalecimiento del Sistema de Cuidados de Medellín es uno de los Proyectos Estratégicos del anteproyecto del Plan de Desarrollo 2024 – 2027. Y en el anteproyecto del Plan de Desarrollo de Antioquia, encontramos el indicador “Entidades asistidas técnicamente en Sistema del Cuidado”.

Las mujeres, con los trabajos de cuidado, han sostenido la vida, desde siempre y han subsidiado el aparato económico de los países. Sea gratuito, en sus casas, o remuneradas, en otras casas, como empleadas domésticas, en este Día Internacional de la Mujer Trabajadora, reflexionamos sobre cómo cambiar su precariedad económica y laboral. Un solo dato es elocuente: las trabajadoras domésticas en Colombia tienen sólo un 20% de formalización laboral, frente a un 45% del promedio del resto de sectores.

Tenemos oportunidades de hacer un cambio social por medio de los planes de desarrollo y a partir de estos, promover el trabajo decente en las casas.

Algunas ideas para incluir a las trabajadoras del hogar en un plan de desarrollo o para mejorar directamente sus vidas.

Lo primero es reconocer que la precariedad de las empleadas domésticas es un asunto público. De las casi 700 mil personas trabajadoras domésticas, 94% son mujeres y representan el 7% de la ocupación laboral femenina en Colombia. ¿Se imaginan el impacto social de formalizar laboralmente a este 7% que en su mayoría es cabeza de hogar?

Segundo, la informalidad laboral lastra las sociedades en la pobreza. Promover y agilizar la afiliación al sistema de seguridad social puede hacer la diferencia. Para esto contamos con las cajas de compensación familiar, las partes del Sistema de Seguridad Social Integral, el Ministerio de Trabajo, y empresas con tecnología para facilitar la afiliación.

Tercero, hacer alianzas con organizaciones y empresas para masificar la contratación formal de las empleadas domésticas de sus empleados y empleadas.

Cuarto, idearse convenios con empresas de transporte masivo para subsidiar tarifas de trabajadoras domésticas, dado que son el sector laboral que mayor uso hace del transporte público.

Quinto, diferenciar políticas de formalización laboral según el tipo de empleadores. Para quienes tienen capacidad económica suficiente, estimular y vigilar el cumplimiento de todas las obligaciones. Pero, para empleadores con capacidad económica baja, son necesarias otras políticas públicas.

Sexto, contar con organizaciones de trabajadoras domésticas como Utrasd – Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico, sus diagnósticos y proyectos.

Por medio de la Mesa de Economía del Cuidado de Antioquia y Medellín, y programas como Medellín, la Ciudadanía Tiene la Palabra, Todos por Medellín, y la alianza Sumando Voces, hemos visibilizado las problemáticas y oportunidades del sector social en el Plan de Desarrollo de Medellín, y en este, el trabajo doméstico y de cuidado ha sido una categoría novedosa. Es un momento ideal para unir voluntades.

Fundación Hablemos de Trabajo Doméstico

Esta columna fue publicada en la sección Opinión del periódico El Colombiano, el 9 de marzo de 2024.