El Foro “El derecho al cuidado y el cuidado como derecho: ¿Hablamos de lo mismo? Avances y retos en Latinoamérica y Colombia”, organizado por la Mesa de Economía del Cuidado de Medellín y Antioquia, dejó una idea central imposible de ignorar: sin el cuidado, ninguna sociedad funcionaría.
No es una afirmación nueva, pero cobra más fuerza después de la histórica decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que reconoció el cuidado como un derecho humano autónomo.
Las expertas invitadas coincidieron en afirmar que el cuidado está implícito en todas las esferas, es decir, no solo se debe entender como un concepto clave de las puertas de los hogares hacia adentro, sino un componente vital de la productividad y del funcionamiento mismo de todo país.
Maribel Giraldo Lizcano, de la Corporación Educativa Combos y coordinadora de la Mesa lo resumió así: “Este Foro nos invitó a abrir preguntas alrededor del cuidado. El cuidado no es un tema sencillo, no es un derecho sencillo, no está focalizado a unos pocos aspectos pues tiene muchas aristas y lo que estamos haciendo hoy es tejiendo posibilidades para seguir escudriñando en toda esa profundización que tiene el cuidado y la necesidad de hacer transformaciones estructurales en esta sociedad”.

Cuidar es un trabajo que sostiene la economía
Para la abogada y experta en Cuidado Laura Cecilia Pautassi, profesora adjunta de la Universidad de Buenos Aires (Argentina), precisamente el definir el cuidado como un trabajo permitió que fuera más allá de un espacio de relaciones interpersonales y del ámbito privado.
“Es importante para poner en evidencia que este trabajo -la mayoría no remunerado- genera una contribución de valor económico porque todo lo que se hace en los hogares conforma una economía no monetaria que va a contribuir directamente al sistema económico y contribuye directamente al producto interno bruto de los países”, explicó.

Pautassi destacó el papel de las economistas feministas, quienes han sido clave para mostrar que el cuidado sostiene la vida, pero también sostiene la economía. Aunque el cuidado ya estaba mencionado en instrumentos internacionales, faltaba reconocerlo como un derecho. El reciente fallo marca ese punto de quiebre.
“Hay un trabajo enorme para hacer con las mujeres, porque si bien hemos sido la que siempre hemos cuidado, muchas mujeres todavía no lo entienden que esto es un trabajo que resta tiempo, que contribuye y que va a impactar sobre su trayectoria laboral y educativa. Entonces tenemos que ver cómo las mujeres cambian esta estructura de poder que ellas mismas construyeron respecto del cuidado. Ese es el único ámbito que nos dejaron para cuidar durante siglos, entonces hay una apropiación de ese ámbito y eso lo tenemos que poner sobre la mesa de discusión”.
Cifras que dan datos
Karena Caselles Hernández, magistrada auxiliar de la Corte Constitucional de Colombia, añadió que las mujeres han impulsado esta discusión desde hace décadas. No es casual que el primer convenio de la OIT se enfocara en la maternidad y el tiempo. Históricamente, las mujeres han tenido que trabajar y cuidar al mismo tiempo, en condiciones desiguales.

Y resaltó que no ha sido una discusión sencilla si se tiene en cuenta que históricamente son las mujeres las responsables, que “fueron extirpadas de los espacios públicos para confinarlas al espacio de lo privado”.
Caselles también señaló que, aunque hoy contamos con cifras como las de la Encuesta de Uso del Tiempo del Dane, todavía cuesta reconocer la importancia del cuidado remunerado y no remunerado.
“El único tiempo que vale es el tiempo de trabajo remunerado, los demás tiempos no valen. Y resulta que la mayoría de las personas que son particularmente mujeres tienen algo que la teoría ha señalado como la doble presencia. El tiempo se vuelve elástico para las mujeres, porque viven en dos tiempos al mismo tiempo: el tiempo de su trabajo en términos hegemónicos; y el tiempo del cuidado que está desvalorizado socialmente, pero que deben hacer porque, sino no puede sostener su propia vida”, argumentó.
Avances, pendientes y el llamado a una acción concreta
Margarita Martínez Osorio, coordinadora de la Línea de Género de Dejusticia, recordó que las actividades de cuidado no ocurren en condiciones iguales para todas las personas.
“Las actividades de cuidado se ejercen en condiciones muy precarias que además están marcadas por múltiples factores. Por ejemplo, si son hogares que viven en pobreza extrema pues las cargas de cuidado son aún más difíciles, si son hogares que viven -por ejemplo- en contextos de crisis climática las mujeres tardan mucho más tiempo buscando agua diariamente que las mujeres en contextos urbanos”, expuso.

Frente a esta realidad, Martínez insistió en la importancia de los sistemas de cuidado. Estos permiten crear infraestructura y redistribuir las tareas para que no recaigan solo en las mujeres.
La corresponsabilidad debe involucrar al Estado como garante del derecho, pero también a las familias, la sociedad y el sector privado.
“Obviamente estos actores involucran al Estado, como principal garante del derecho; pero también a la sociedad en su conjunto; a las familias; e incluso al sector privado y empresas. No basta con reconocer a las cuidadoras ni con repetir que el cuidado sostiene la vida.
Se necesitan medidas claras: presupuestos, políticas fiscales que asignen recursos suficientes, infraestructura y sistemas nacionales de cuidado que garanticen el derecho en la práctica. Y concluyó: “Necesitamos medidas reales, necesitamos presupuestos, necesitamos una política fiscal donde haya dinero para los sistemas nacionales de cuidado, necesitamos infraestructura y el derecho al cuidado da el marco para que exijamos como sociedad civil justamente que se garantice ese derecho”.



El aporte económico tiene peso
Para Margarita María Echeverry Ramírez, economista de la Fundación Hablemos de Trabajo Doméstico, la realización de espacios como este se hace necesario toda vez que pone sobre la mesa la visión económica del cuidado.
“Esta dimensión es clave pare entender realmente la vida social y la reproducción del capital humano. Reconocer el cuidado como derecho no es solo una demanda moral o social, no es solo esto de cuido porque amo o porque tenemos un vínculo, sino que también es una estrategia económica, estamos hablando de inversión social, de equidad y de sostenibilidad.
Apoyar, discutir, sostener políticas públicas que fortalezcan los sistemas de cuidado es muy importante, porque no es solamente para aliviar las cargas de quienes cuidan, sino que es el camino para construir una economía más justa, resiliente y más sostenible”.

El Foro finalizó con un panel, invitadas por la Fundación Bien Humano, de las lideresas territoriales de La Estrella y Caucasia que compartieron sus experiencias y aportes para la construcción de Planes de Cuidado en sus municipios. Espacio que permitió reconocer avances locales, aprendizajes y propuestas que desde los territorios buscan escribir una nueva manera de cuidar, ser cuidados y velar por el autocuidado.
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