Escribo estas líneas dos meses después de la muerte de mi papá y en septiembre, el mes en el que se conmemora el Día Mundial del Alzheimer. Esta fue la palabra que nos hizo alerta en un primer momento; pero como para todos no pasa igual, los días siguieron hasta que llegó ese momento que hizo quiebre.
¿Estamos listos para cuidar?
El cuidado siempre está presente en nuestra vida, pero cuando hay una situación que nos sacude, nos desacomoda e irrumpe en nuestra rutina todo cambia. ¿Por qué esperar solo hasta ese momento para hablar del tema? ¿Realmente en casa conversamos con consciencia de qué puede pasar y cómo prepararnos? Seguramente, casi nunca.
¿Y estábamos preparadas como familia para cuidar? La respuesta puede ser en parte sí, pero en parte no. Sí porque hubo momentos para las risas que -por fortuna- recogimos en este tiempo de cuidado (que no fue largo en nuestro caso). Aprendimos con paciencia cómo se olvidan los nombres, los objetos, con qué mano se ha escrito toda la vida, cómo se usa una prenda o, incluso, reconocer las palabras en el libro tantas veces abierto.
Pero al mirar el cuidado de las puertas de casa hacia afuera, es muy evidente que como sociedad todavía nos falta mucho. Al mismo tiempo veo oportunidades.
Las oportunidades
La familia. Hablar del cuidado en casa es clave. Cuidar vale, ¡y bastante! No solo en lo económico, también en lo físico y emocional. Cansa, agota. Por eso surge la pregunta: ¿se puede buscar la ayuda de una persona cuidadora? Y si la respuesta es sí, ¿estamos en capacidad no solo de pagar un salario justo sino de hacer la vinculación con todas las de la ley? En casa debemos ser promotores de un trabajo digno, porque quienes cuidan no hacen un “favor”: asumen con paciencia y entrega los retos de cuidar.
En mi caso, menciono el Alzheimer como una razón para escribir, pero la palabra cuidado tienen infinidad de apellidos. Esta enfermedad no es causa de muerte, eso sí puede ayudar para ejemplificar el concepto del C U I D A D O con todas las de ley. Atender reuniones con un ojo en la pantalla y otro ojo en quien se cuida, extender la energía cuando el cuerpo está cansado, llorar, sentir frustración, seguir en una “cotidianidad” que no es igual cuando se está en función de cuidar.
Y eso que aquí hablo de cuidar al otro, porque también cada día nos autocuidamos.
La salud. El médico lo dijo con claridad: “Ustedes son las que se deben preparar”, y la pregunta que todavía me hago es: ¿El sistema de salud está listo para apoyar a las familias en temas de cuidado? No quiero dar una respuesta tajante porque hay realidades distintas. Sí hay algo claro: necesitamos más sensibilización. En mi familia tuvimos una respuesta institucional adecuada, y eso me da esperanzas de que esta estructura puede replicarse.
La sociedad. Cuando vemos a una persona en compañía de quien le cuida1 seguramente ni caemos en cuenta que el día de mañana podríamos ser nosotros. ¿Podemos tener pequeños gestos de cortesía como sostener la puerta del ascensor, caminar más lento o simplemente cederle el asiento? Podemos ser más reflexivos y exigirnos más consciencia.
La empresa. En lo laboral, en mi familia tuvimos la fortuna de contar con apoyo. No siempre es así: muchos familiares y amigos pasan momentos difíciles porque en el entorno laboral el cuidado y la familia aún no tienen la solidaridad o empatía que deberían.
En este entorno sí vale la pena extenderse más. La pandemia abrió la puerta al teletrabajo y mostró que la productividad no depende solo de ir a una oficina. Cuidar también implica que los equipos de trabajo estén preparados para ser cuidadores indirectos, porque eso somos cuando apoyamos a un compañero que debe cuidar.
No quiero hacer alusión al término cuidar solo en la fase final de la vida -como sí fue en nuestro caso-. Cuidar es todo: Es llevar al bebé al médico, ir a la reunión del colegio, cocinar, limpiar la casa, pensar en la ropa del día siguiente, compartir un café en la oficina. Cuidar atraviesa todo lo que hacemos, aunque no siempre lo reconozcamos.
Por eso creo que estamos rodeados de oportunidades, pero necesitamos “pellizcarnos”: Reflexionar, identificar qué acciones y palabras nos ayudan a ser más conscientes de lo que implica cuidar.
Entonces vuelvo a la pregunta: ¿estamos preparados para asumir la tarea de cuidar? Lo cierto es que, tarde o temprano, a todos nos toca.
Lina Claudia Guarín Toro
Líder de Comunicaciones
Fund. Hablemos de Trabajo Doméstico
- La mayoría de las veces es un familiar que por cuenta propia asume esa tarea. Otras veces una persona profesional. Lo que sí está claro, de acuerdo con las cifras del DANE, son más de tres millones de personas cuidadoras en Colombia. ↩︎