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Las trabajadoras domésticas en Colombia han liderado una larga lucha por sus derechos laborales. Le toca a sus patronos tomar el próximo paso para formalizar el trabajo doméstico.

Colombia fue vanguardista en el 2014 en ratificar, como decimocuarto estado de los 187 de la Organización Internacional del Trabajo -OIT, el Convenio 189 en el que se reconocen los mayoritarios y aún dramáticos abusos que se cometen con las 709.909 trabajadoras domésticas del país (el 95% son mujeres), según cifras oficiales, aunque la informalidad del sector hace presumir que son muchas más. A pesar de los tímidos avances, este es el primer gobierno en la historia de Colombia en tener a las empleadas domésticas en su agenda política.

¿Cómo hemos avanzado en el trabajo decente de las trabajadoras domésticas?
Esta ha sido la lucha de pequeños sindicatos colombianos de trabajadoras domésticas como Sintrasedom, Sintraimagra, Sintrahin, la Asociación de trabajadoras del hogar y Utrasd – Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico. Este último ha creado tres subdirectivas, impulsó la ley de prima, es interlocutor ante el Ministerio de Trabajo y sus lideresas son reconocidas nacionalmente.

Dos organizaciones de la sociedad civil, la Fundación Bien Humano a través de su proyecto Hablemos de Empleadas Domésticas, y la Escuela Nacional Sindical – ENS, han apoyado a Utrasd y a las organizaciones de trabajadoras domésticas, lideraron la ley de prima, han realizado investigaciones y han posicionado el trabajo doméstico como un asunto de derechos en la agenda de redes sociales, mediática y pública.

La sociedad, por su parte, ha incluido en su discurso sobre las trabajadoras domésticas, sus derechos: salario, prestaciones, horarios, etc. Ahora se necesita que incluyan la acción.

¿Y los empleadores de trabajadoras domésticas como gremio?
Una reciente investigación “El trabajo doméstico desde la óptica de la eficacia de la norma”, encontró que un 84% de las trabajadoras domésticas de Medellín y Envigado creen que sus condiciones laborales han mejorado. Laura Penagos, abogada y una de las autoras de este trabajo, explica que “ellas ven esta mejoría en aspectos como el pago de prestaciones sociales y un mejor trato”; sin embargo, según datos oficiales, un año después (2017) de promulgada la ley de prima, el pago pasó de un 15.2% a solo un 25.5%.

La mesa tripartita, instrumento de seguimiento a la implementación del Convenio 189, es el único espacio de diálogo social entre el gobierno (Ministerio de Trabajo), las empleadas (centrales obreras y sindicatos de empleadas domésticas) y los empleadores (Andi – Asociación Nacional de Empresarios).

Al consultarle a la Andi por la posibilidad de ser aliados de las trabajadoras domésticas en la obtención de sus derechos, Alberto Echavarría, su Vicepresidente de Asuntos Jurídicos y Sociales, deja claro que apoyar la simplificación de los trámites de formalización laboral puede ser su mayor contribución al reconocimiento de la labor de las empleadas domésticas. Estamos de acuerdo en que la tramitología mina la voluntad de miles de empleadores que quieren cumplir con la ley. Advertimos que la Andi es una agremiación de empresarios, cuya lógica es la rentabilidad, y el trabajo doméstico responde, además, a la lógica del cuidado.

Por su parte, Salua García, directiva de Symplifica, empresa de trámites de contratación de empleados domésticos, asegura que “los empleadores cada día buscan más información para hacer las cosas bien”, y al hacerlo las empoderan para exigir sus derechos en el futuro a otros empleadores. Aquí inferimos una luz de esperanza de que las nuevas generaciones de empleadores tengan convicciones basadas en derechos y marquen el cambio notorio.

Buscando las raíces de la asociatividad de empresarios en Colombia, acudimos a Constanza Toro, experta en historia empresarial, y dice que debido a que “la subvaloración del trabajo doméstico está tan enraizada culturalmente, y tan asociado a prácticas de esclavitud, veo muy lejana esa posibilidad de asociación de los empleadores”.

Esto evidencia que los seres humanos nos asociamos por afecto o por necesidad. En nuestro caso, los empleadores no tienen ni el vínculo afectivo ni la necesidad, pues el mercado sigue ofreciendo mano de obra abundante, barata y sin grandes riesgos de sanción jurídica, ni existe la sanción social.

En el Congreso, Ángela María Robledo y Angélica Lozano, Representantes a la Cámara que adoptaron las banderas legislativas del trabajo doméstico, piensan que lograr la agremiación de los empleadores sería lo ideal: “cuando se pacta una relación entre empleadores y trabajadores, partiendo del trabajo decente, se trata de una interacción tipo ‘gana-gana’ porque ambas partes van a contar con garantías”, dice Robledo. Además, anota Lozano, “esas garantías laborales mínimas no son un favor, sino un derecho, y es responsabilidad ser aliados también, brindando información oportuna si una empleada no conoce sus derechos”.

En el mundo hay modelos de asociaciones de empleadores de trabajadoras domésticas, de los cuales podríamos aprender: la Liga de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios de la República Oriental del Uruguay, y la Liga de Amas de Casa de la República Argentina, organizaciones que nacieron para cultivar valores tradicionales de familias adineradas, asumieron en un momento de su historia un rol político y han fungido como representantes de los empleadores en las negociaciones de derechos de las trabajadoras domésticas de sus países. Hogar justo Hogar, ha sido la voz mexicana de los empleadores que defienden los derechos de las trabajadoras domésticas ante el gobierno y los demás empleadores. Asedo, es una agremiación española de empleadores de empleadas del hogar que divulga derechos y deberes del sector; Domina, Asociación nacional de empleadores de trabajo doméstico en Italia, funciona como entidad asesora en las relaciones laborales de los profesionales de trabajo doméstico; por último, Domestic employers es una red de empleadores en Estados Unidos que busca dignificar y respetar las relaciones laborales entre empleadores y empleados de trabajos domésticos de cuidado.

La concientización de los empleadores sobre el valor del trabajo doméstico es la tarea que empezamos hace 7 años y a la cual tendremos que dedicar muchos esfuerzos más porque implica un cambio cultural. El gobierno, por su parte, no podrá continuar esquivando su responsabilidad frente al diseño de rutas específicas de inspecciones en los hogares, no solo con fines punitivos sino de diagnóstico del sector. Por último, el país necesita a la Andi, agremiación de empleadores en Colombia, para formalizar el sector el trabajo doméstico, por ejemplo a través de su misma recomendación de flexibilizar y facilitar la contratación de trabajadoras domésticas, apoyándose en las TIC. Un buen ejemplo en el que los empresarios pueden jalonar la formalización, es la calculadora digital para liquidación de trabajadoras domésticas, recientemente ofrecida por la empresa Hogaru.

A pesar de los signos de cambio, no estamos en un momento de inflexión frente al cumplimiento de los derechos de las trabajadoras domésticas, pero los empleadores si tienen las condiciones para asumir esta responsabilidad.

Autora: Andrea Londoño. Coordinadora del proyecto Hablemos de Empleadas Domésticas, de la Fundación Bien Humano.

*Publicado en inglés en el portal periodístico Open Democracy, a través de su proyecto Beyond Trafficking and Slavery, el 30 de enero de 2018.